Gaditanos en Huelva, Marta #GaditanosFueraDeCadiz

Hace ya bastantes años de la primera vez que marché de casa sin billete de vuelta. Por entonces tendría unos 20 años e hice la maleta para emprender lo que era mi nueva vida como universitaria. ¡Qué recuerdos!. Supongo que muchos os sentiréis reconocidos con la experiencia. Los nervios en el estómago, la incertidumbre, nuevos amigos, nuevos lugares, vivir solo y salir de tu hogar. En mi caso, el destino no fue muy lejos, aunque si es verdad que para una enamorada de la provincia de Cádiz como yo, antes de salir por la puerta ya lo estaba echando de menos.

Mi aventura por Huelva duró cinco añitos, el tiempo de terminar la licenciatura de Psicología, y a pesar de que tengo mucho que agradecer a la provincia onubense, son innumerables los momentos en los que me acordaba de mi tierra. Recuerdo como me transportaban a las freidurías de Cádiz las cenas que haciamos en mi piso de estudiantes con pescaito frito, como picaba a mis compañeras para que viesen conmigo los carnavales retrasmitidos desde el teatro Falla, los momentos de fiesta en los que siempre recordaba el flamenco que caracteriza a Jerez y los bailes barrieros que nos marcábamos mi amiga Alicia y yo.

Sin duda, cuando vives en otro lugar aprecias mucho lo de allí, pero resulta inevitable acordarte y compararlo con tu tierra. Echaba de menos mi feria de Jerez, el paseo marítimo de Cádiz, las playas de mi provincia y mi sierra de Grazalema. Pero lo que sin duda echaba de menos era a los gaditanos. Para mi hay una verdad absoluta, y es que los gaditanos tenemos un encanto especial. La manera de relacionarnos, nuestras cosas de barrio, nuestras expresiones, nuestras bromas y nuestras ganas de “caxondeo”. Lo que más echa de menos un gaditano fuera de Cádiz es a su gente.

Por todas estas cosas siempre recuerdo mi primera vez fuera de Cádiz. Aunque no estuviese en el norte, ni en un país extranjero, si es verdad que la primera experiencia es la que me marca. Y como yo, supongo que muchos también reconocerán que a partir de ese momento es cuando valoras realmente lo que tienes y de donde eres, cuando notas que se te acelera el corazón al pisar de nuevo sus calles y cuando se te dibuja una sonrisa en la cara solo de escuchar nombrar a Cádiz.