Una gaditana de isla en isla, Paula #GaditanosFueraDeCadiz
Hoy en #GaditanosFueraDeCadiz, se une a todas las experiencias que os hemos contado de paisanos que viven en distintos puntos de España y el extranjero, la historia de Paula, una cañailla que probó suerte, y la encontró, en las Islas Canarias. Gracias por participar, ¡Fantástica historia!.
De la Isla de San Fernando a las Islas Canarias. En el año 2010, justo después de acabar la Universidad y el Ciclo de Interpretación de Lengua de Signos, quise hacer una escapada para desconectar, así que me fui de vacaciones a Lanzarote con un grupo de amigos. ¡Quién me iba a decir, que ese viaje iba a impulsarme, meses más tarde, a mi primera experiencia laboral! Estando allí, aproveché para dejar mi C.V. en la Asociación de Personas Sordas. Fue algo que hice sin pensar y, la verdad, sin muchas esperanzas de que me llamaran por el momento de crisis que ya entonces estábamos viviendo. Cuatro meses más tarde, ya en Cádiz, recibí una llamada de la Asociación ofreciéndome trabajo como Intérprete. Sin pensármelo y más feliz que una perdiz, hice la maleta y en dos días estaba instalada en Lanzarote. Fui para seis meses, que se convirtieron en tres años. Y es que el paisaje que regala «la isla mágica» es muy diferente al que mis ojos habían visto hasta entonces: volcanes inmensos, paisajes salvajes, casitas blancas de puertas y ventanas azules, playas desiertas de aguas cristalinas en las que puedes pegarte un baño en el mes de Diciembre ¡Vamos, un descanso para los sentidos! Así que no me resultó muy difícil acostumbrarme a ese ritmo de vida.
En el 2013, después de unos meses en paro, decidí probar suerte en otra Isla y me vine a Gran Canaria. Aquí encontré trabajo como Intérprete en el ámbito educativo. Las Palmas es muy diferente a Lanzarote, tiene una oferta cultutal mucho más amplia y rincones maravillosos donde perderse. La llaman «el continente en miniatura» porque ofrece infinidad de opciones: si quieres sol , te vas al sur; si quieres campo, al centro; si quieres nieve, subes a la cumbre.
Cosas que se echan de menos de Cádiz
Aunque confieso que a veces echo de menos la tranquilidad de Lanzarote frente al caos urbano de Las Palmas. Eso sí, lo que no puede hacerse en ninguna de estas islas es comerse una buena caballita con su picadillo en el Bartolo o unas albóndigas de chocos del bar «La Gallega» en la Plazoleta las Vacas. Y es que como se come en mis tierras gaditanas, no se come en ningún sitio. Aquí tuve que cambiar las patatas aliñás por las papas con mojo, el pescaito frito por los churros de pescao y la Cruzcampo por la Tropical. Ahora en vez de volverme loca con el viento de Levante, lo hago con los Alisios y escucho a la gente decir «chacho» en vez de «quillo».
La verdad es que aquí estoy muy agusto, pero… ¡cómo echo de menos las costumbres y los rinconcitos gaditanos! Atardeceres fluorescentes desde la murralla de Cortadura, un «flamenquito» con los amigos, esas timbaladas veraniegas en Los Caños, días de sol y mar en El Palmar, noches de bailoteos en los conciertos del «Gran Baba», paseos entre las callejuelas gaditanas devorando un helaito de la heladería artesanal de la Plaza Mina…y así podría estar todo el día, recordando esas cositas que me llenan tanto y que espero, en poquito tiempo, vivir otra vez.
Mientras tanto, aquí me quedo, feliz de venir de donde vengo, de ser cañailla y respondiendo cuando alguien me hace algún halago: ¡Es que to´ el mundo no puede ser de Cai, pisha!
Si vosotros también quereis contarnos vuestra experiencia como Gaditanos Fuera de Cádiz, solamente tenéis que escribirnos a hola@cadizdiferente.com y os contamos cómo hacerlo.
